Las navieras, ante el reto inminente de reducir las emisiones contaminantes
En poco más de un mes, entrará en vigor la normativa IMO 2020, que ha impulsado la Organización Marítima Internacional (OMI), y que busca reducir las emisiones de gases contaminantes a la atmosfera por parte de la industria naviera. Una de las nuevas regulaciones, la IMO 2020, también conocida como Marpol 2020, establece que el contenido de azufre que emiten los barcos pase del 3,5 al 0,5%.
La normativa plantea un reto a las navieras, que ya están estudiando y ensayando nuevos sistemas de reducción de emisiones en sus buques. Estas medidas implican realizar inversiones en los buques, que derivarán en un incremento de los costes por los servicios que prestan. En pleno proceso de adaptación tecnológica, la apuesta por los ‘scrubbers’, métodos o sistemas de depuración, está siendo la predominante por las compañías navieras, ya que la disponibilidad del gasóleo con contenido bajos en azufre o de otros combustibles, como el Gas Natural Licuado (GNL) o el metanol, aún no está garantizada.
Parece evidente que los esfuerzos de las navieras en adaptarse a este nuevo contexto normativo tendrán sobrecostes económicos. El gerente de sucursal de la naviera Mediterranean Shipping Co (MSC) , Richart Gómez, admite “la necesidad de traspasar a los cargadores dichos costes a través de los recargos”. De hecho, Gómez revela que las principales navieras ya han iniciado una campaña de información en diferentes puertos españoles para explicar los recargos que aplicarán por la reducción de las emisiones.
La OMI estudia reducir la velocidad de los buques
La Organización Marítima Internacional (OMI) ha creado un grupo de trabajo para considerar propuestas para reducir todavía más las emisiones de efecto invernadero procedentes de los buques. La estrategia inicial plantea una rebaja de las emisiones anuales de como mínimo el 50% para el año 2050. La OMI trabaja en un plan de medidas de seguimiento, en el que se estudian propuestas como restricciones de velocidad para los buques hasta enfoques más basados en objetivos presentados por organizaciones y países.
En la última asamblea de la OMI al respecto, celebrada ayer mismo, la organización ha garantizado el suministro de combustible y, aunque ha admitido que todavía se cargarán fueloils pesados, “los proveedores adaptan sus infraestructuras de almacenamiento y gabarras” a los requerimientos reglamentarios.
La normativa sobre la regulación del azufre, incluida en el Anexo VI del convenio Marpol, tiene 95 partes que representan casi al 97% de la flota mercante mundial. Además, el Certificado internacional de prevención de la contaminación atmosférica (IAPP) se emite a los buques de arqueo bruto superior a 400 toneladas. La secretaría de la OMI anuncia que intensificará las sesiones de formación para que los puertos revisen y supervisen el cumplimiento de la normativa.
Impuesto sobre el carbono
En estos momentos, cincos asociaciones navieras internacionales están lanzando un impuesto sobre el carbono en el marco de la discusiones para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte marítimo. Dos de ellas, Bimco y la Cámara Internacional de Navegación Marítima (ICS), están presionando para que un impuesto sobre el combustible de los buques se destine a un fondo de investigación y desarrollo sobre descarbonización.
De hecho, en la cumbre anual del Foro Marítimo Mundial celebrada en Singapur en octubre, Andreas Sohmen-Pao, presidente de BW Group, lo confirmó: «Para hacer frente al desafío de la descarbonización del transporte marítimo internacional, la industria marítima necesita un impuesto sobre el carbono y estamos dándole forma».
Por su parte, la asociación de navieras españolas (Anave) recuerda en su informe ‘Están los armadores preparados para 2020’, publicado en ‘Tribuna Profesional’ que la sociedad de clasificación DNV GL ha creado la plataforma digital ‘‘Alternative Fuel Insight’ (AFI), que calcula los costes que tendría introducir los ‘scrubbers’ en los barcos. La herramienta concluye que, para un petrolero de nueva construcción, la inversión aproximada sería de 1,8 millones de euros. El importe se recuperaría en un plazo de entre cinco meses y dos años dependiendo de la cotización del combustible.
Anave explica que “ante las incertidumbres existentes, algunas navieras han optado por el wait and see. La asociación comenta que “los barcos empezarán consumiendo los nuevos combustible derivados del petróleo que cumplen con los nuevos limites de azufre y después se plantearán las alternativas”. En este sentido, asegura que la gran demanda que han de soportar los fabricantes de ‘scrubbers’ por parte de los astilleros hace que resulte complicado tener un equipo instalado antes de 2020.
La incertidumbre económica por la gestión del coste del combustible por la obligatoriedad de reducir el contenido de azufre y el uso de las nuevas tecnologías como herramientas para integrar los nuevos procesos marítimos fueron los temas más relevantes en la jornada sobre la IMO 2020, celebrada en ‘Smart Ports. Piers of The Future’.
Las navieras y propietarios de buques ya han repercutido sus sobrecostes de operaciones y de combustible. La subida de las tarifas y una previsible caída de la actividad son los elementos que mantienen la incertidumbre sobre los efectos y riesgos que la normativa tendrá en los rechazos de carga o en el recorte de la capacidad de los buques.
Fuente : El Naucher