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“El gobierno se quedó sin sus dos únicas reformas: destrabe y formalización”

Para el economista Waldo MendozaEl Niño costero ha llegado a salvar al gobierno, aumentar el gasto público y sincerar las proyecciones sobre el PBI de este año.

Para el economista Waldo Mendoza, El Niño costero ha llegado a salvar al gobierno, aumentar el gasto público y sincerar las proyecciones sobre el PBI de este año. Saludó la apuesta por ampliar la meta de déficit fiscal y estimó que el proceso de reconstrucción del país que se ha emprendido permitirá un crecimiento económico mayor.

¿El comportamiento de la economía peruana está cerca de entrar en recesión?

No. Creo que una cifra no es suficiente para hacerse un juicio de cómo va la economía. Prefiero partir de los antecedentes. El gobierno empieza con un discurso que está expresado en el marco multianual revisado de agosto del año pasado en el que dice básicamente lo siguiente: elevarán el ritmo potencial de la economía hacia el 5% y lo iban a hacer mediante dos reformas estructurales. Así lo llaman ellos, a mí no me parece que sean reformas, pero en fin. La reforma del destrabe de grandes proyectos de infraestructura y de la formalización. La idea es que a través del destrabe se incrementaría el stock de capital de la economía y eso le daría un impulso al crecimiento potencial. Y a través de la formalización, dice el ministro, se podía triplicar la productividad de los informales y elevaría la productividad de la economía. Incluso en ese marco macroeconómico, postularon un crecimiento de 4,8% para este año.

Usted se mostró en contra de ello.

Nadie esperaba un crecimiento tan alto. El MEF se puso solito a ese nivel. Así estábamos hasta que comenzaron las dificultades. La primera fue que en realidad destrabar no era tan sencillo. Esperaban destrabar US$ 18 mil millones en el transcurso del gobierno. Encontraron dificultades estructurales. Chinchero es un ejemplo típico de que no es tan fácil destrabar. Y Chinchero no tiene nada que ver con Odebrecht. Ese fue el primer choque con la realidad. En eso llegó lo de Odebrecht y las empresas brasileñas que terminaron casi por matar la política del destrabe. Y a eso hay que agregarle que en el último trimestre del año pasado el MEF puso en práctica una política fiscal contractiva inentendible hasta ahora. Nadie se lo exigía. Esta política fiscal contractiva se ha extendido hasta los primeros meses de este año. Todos esos eventos, lo habrás notado, no tienen nada que ver con El Niño costero. De modo que si no hubiera habido Niño costero la economía peruana debería haber mostrado esa desaceleración. No obstante, El Niño fue una ocasión, a mi juicio, muy oportuna para varias cosas. Una de ellas es sincerar sin roche. Porque pasar de 4,8% a 3%, igual hubieran tenido que hacerlo. Con o sin Niño. Sin Niño, no hubieran tenido cómo justificarla.

¿Le parece suficiente este sinceramiento?

El cambio en el estimado fuerte de 4,8% a 3% está razonablemente bien. El crecimiento estará por debajo de esa cifra.

¿Más cercano al 2%?

Es posible. La inversión pública que se planea ejecutar es con un crecimiento de 15%, pero se ha caído en un 12% en los primeros cuatro meses. Por lo tanto va a ser casi imposible que la inversión pública crezca al final de año en 15%. Por ahí ya tienes un signo de que el 3% está inflado.

¿Cuál es el problema con la formalización?

El diagnóstico está equivocado. La informalidad se cura con crecimiento económico. El gobierno se quedó sin sus dos únicas reformas: destrabe y formalización. Hay que migrar del campo de la reforma al campo de las políticas macroeconómicas. Porque eso nos queda, no hay otro crecimiento económico.

Entiendo que el alza en los términos de intercambio ha sostenido el crecimiento.

Sí. Normalmente en un país como Perú, el peso de los factores externos es inmenso. Estoy por publicar un trabajo donde encontramos que en el período 2001-2016 el peso de las condiciones internacionales es alrededor del 67%. Es decir, del crecimiento económico de la economía peruana en ese periodo, el 67% tiene que ver con factores internacionales y solo un 23% tiene que ver con factores domésticos.

¿Qué tipo de factores?

En los internacionales están la tasa de interés internacional, los términos de intercambio, el PBI chino, básicamente eso. Entre estos factores internacionales, la mitad de la importancia hay que atribuirles a los términos de intercambio. Por lo tanto, el principal canal que nos conecta con el mundo son los términos de intercambio.

¿Y en los internos?

La tasa de interés doméstica que tiene que ver con el BCRP. Además, la inversión pública. Entre esos factores domésticos, la inversión pública es el elemento más importante.

¿Está usted conforme con el nuevo déficit fiscal establecido por el MEF?

La inversión pública tiene una gran ventaja, cuando se reanima la inversión, reactivas en el corto plazo la economía y creas capacidad productiva. En la coyuntura actual, post Niño costero, es la respuesta acertada e impecablemente apropiada. Además, como en realidad no está totalmente costeado todo lo que hay que gastar en reconstrucción, posiblemente esos costos volverán a aparecer. Por eso hubiera sido deseable una trayectoria de convergencia al 1% de déficit más lenta. Quizá tirándola al 2022 o 2023. Eso le hubiera dado un mayor impulso a la reconstrucción, que es una cosa que apareció y que está permitiendo que la economía crezca mucho más de lo que iba a crecer sin Niño.

Respecto al BCR, ¿cree que será necesario reducir el rango meta?

El BCR tiene un problema. Hace bastante tiempo ha incumplido la meta de inflación. La tasa de inflación entre julio del 2011 y abril último solo estuvo dentro del rango meta en 16 de los últimos 70 meses. Más grave aún, en todos estos meses, la subyacente ha estado por encima del rango meta. La credibilidad de los bancos centrales no está en el rango que se fijen, está asociada a una cercanía estrecha entre las promesas y los resultados.

¿Reducir el encaje fue un buen movimiento?

Hay un tema ahí. El esquema de metas de inflación, el que se inició en el 2002, tiene dos brazos fundamentales: la tasa de interés de referencia y la intervención cambiaria. Esos son los dos brazos y no necesitamos más. El problema es que esta administración del banco central no le da a este instrumento (la tasa de interés) el peso que debía tener y utiliza la tasa de encaje como elemento sustituto. Ese hecho es un gran problema, ya que le estamos quitando poder a la tasa de interés. Para que la política monetaria sea potente, ese efecto traspaso de la tasa de interés interbancaria a las otras tasas debe ser grande. Así se potencia la política monetaria.

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