Editorial: Petroperú no
Mientras existan otras posibilidades, la labor empresarial del Estado debe ser solo subsidiaria.
GUERRA AVISADA. Hace tres semanas advertimos que la incertidumbre generada por la falta de postores para la licitación del lote 192 podría poner en riesgo la operatividad y explotación del lote petrolero, pues se estaba agudizando el conflicto social y crecían las voces de quienes pedían la participación de Petroperú. Las semanas pasaron y poco se ha hecho para evitar lo que hoy estamos enfrentando: una paralización de 24 horas en Loreto y la amenaza de un paro regional.
Bajo el pretexto de la caída del canon se quiere imponer que Petroperú regrese a la explotación, olvidando que dicha entidad no posee ni la capacidad ni el capital para ello, y que esta decisión nos costaría a todos los peruanos una suma cercana a los US$ 700 millones.
El tema no surge ahora, ya que para buscar la intervención de Petroperú se ha presentado una iniciativa legislativa ciudadana que permita levantar la restricción legal que impide a Petroperú invertir en el upstream (exploración y explotación petrolera), la cual deberá ser debatida por el Congreso. La presión social podría llevar a la aprobación de esta modificación, lo cual implicaría desconocer la situación real de la petrolera estatal, que mediante un estudio técnico y económico ha señalado que la explotación del lote 192 “no le resulta rentable”. También significaría olvidar el compromiso asumido con la modernización de la refinería de Talara y la falta de capital.
Además, la empresa aún requiere mucho trabajo interno, pues, según la información oficial, a abril de este año más de la mitad de sus gerencias está en manos de funcionarios encargados.
Desde la orilla de quienes apuestan por que Petroperú asuma la labor de explotación el argumento es que a las empresas estatales extractivas de varios países vecinos les ha ido bastante bien e incluso operan en el Perú. Esta es una afirmación engañosa, si bien Ecopetrol parece funcionar adecuadamente (aunque este año podría no tener un balance auspicioso), no se puede decir lo mismo de Petróleos de Venezuela, cuyos ingresos son usados con fines políticos o de Petrobras que está enredada en uno de los mayores casos de corrupción de Brasil.
Lamentablemente, en el Perú la experiencia de las empresas estatales no ha sido positiva y, mientras existan otras posibilidades, es mejor que la labor empresarial del Estado sea solo subsidiaria.