Industrias con visión estratégica global: pesca y agro
Voces y Opiniones. Trabajar en conjunto iniciativas sectoriales permitiría extraer mayor valor de los productos que el Perú exporta, sostiene Lino Abram, senior partner de McKinsey & Co.
La industria pesquera peruana representa alrededor del 30% de la producción global de harina de pescado, pero no representa ni el 5% del profit pool (utilidades de la cadena de valor global). ¿Por qué si el Perú controla un recurso escaso como la anchoveta no logra capturar un porcentaje mayor del profit pool de la cadena de valor global? Esta situación se ve en otras industrias a nivel local.
Una gran parte de la harina de pescado que se produce globalmente se usa en la acuicultura como alimento principalmente de salmones y camarones. Éstos luego se comercializan en retailers en todo el mundo. Quien se lleva una gran tajada del profit pool de esta cadena de valor integrada son las retailers. La razón es muy simple: ellos controlan o tienen acceso al consumidor final.
Esta situación se genera principalmente porque la industria pesquera peruana no ha logrado demostrar cómo un producto realmente premium permite mayores niveles de conversión alimenticia. Para los acuicultores el alimento representa más del 80% del costo de producción, por lo que mejoras en la conversión del alimento traerían excelentes beneficios para ellos.
Así, estarían dispuestos a pagar un mayor precio por este tipo de harina de pescado. Si bien actualmente existe una diferencia en precio de un 20% entre la harina estándar y la premium, esta diferencia podría y debería ser mucho mayor. Para que esto suceda, la industria pesquera debería invertir en identificar las condiciones que permiten incrementar los ratios de conversión alimenticia en sus principales consumidores; es decir, conocer más de cerca sus necesidades.
Es crítico evolucionar de ser un productor de un commodity a ser un productor de valor agregado que invierte en research and development (R&D), y con ello monetizarlo. Esto demanda trabajar en conjunto, como industria, para distribuir las inversiones y reducir el riesgo típico asociado a procesos de R&D.
Esta situación de la industria pesquera peruana la podemos llevar a otras industrias. En la agroindustria podríamos posicionar nuestros cultivos (espárragos, arándanos, palta, uva, entre otros) como productos premium si lográramos certificarlos medioambientalmente o darles trazabilidad. Esto nos llevaría a acceder a los mercados más selectos del mundo y obtener precios superiores a los del promedio del mercado.
Sin embargo, si cada productor tiene que invertir para desarrollar procesos o certificaciones u obtener nuevas herramientas tendríamos retornos muy bajos que no justificarían la inversión. Otro beneficio de lanzar iniciativas a nivel sectorial podría ser el ejecutar más de una iniciativa en paralelo. Una empresa podrá a lo más lanzar una iniciativa relevante, pero un sector podrá lanzar varias iniciativas al mismo tiempo.
Internacionalmente existen muchos ejemplos sobre industrias que han colaborado para extraer mayor valor y darles sostenibilidad. El café en Colombia es un ejemplo cercano. En ese país se unieron esfuerzos al punto de crear una marca global que ha ‘descomoditizado’ el producto. Éste ahora es un producto premiumde alto valor.
En la medida que no tengamos industrias coordinadas, en las que los jugadores unan esfuerzos para darles mayor competitividad, será muy difícil crear ventajas competitivas. Esto pasa por tener líderes sectoriales que tengan una visión clara y empresarios dispuestos a colaborar y compartir los beneficios, dejando de lado egos y ambiciones que sólo limitan la capacidad de creación de valor.
La coyuntura económica actual se muestra positiva de cara a la inversión —con un crecimiento de 4% en el PBI esperado para este año—, por lo que tenemos una nueva ventana de oportunidad para unir fuerzas, crear agendas sectoriales y de esta forma incrementar la competitividad y productividad de nuestros sectores para así convertirlos en líderes globales.
