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El legado de Alfredo Thorne y los retos de Fernando Zavala en el MEF

El premier y ahora ministro de Economía y Finanzas tendrá como principal reto reactivar la inversión pública en medio de la reconstrucción.

Fernando Zavala juró como nuevo ministro de Economía y Finanzas el 23 de junio, tras la renuncia de Alfredo Thorne; ocupará el cargo hasta estabilizar a la economía peruana en el corto plazo, según el premier. Sus principales retos consistirán en reactivar la inversión pública y en devolverle la confianza al sector privado, de cara a un 2018 que necesita que se logren ambos objetivos para ser el año de la recuperación.

LOS RETOS DEL NUEVO MINISTRO

No será la primera vez que Zavala ocupe el cargo, pero sí lo hará en condiciones radicalmente distintas a las de su primer mandato, entre agosto del 2005 y julio del 2006. En aquel momento, el PBI crecía alrededor del 7%. Hoy, el crecimiento promedio en los tres últimos meses ha sido menor al 1%: 0.7% en febrero, 0.7% en marzo y 0.2% en abril, la tasa más baja en casi ocho años.

La recuperación de la actividad económica depende principalmente de la reactivación de la inversión pública, la cual cayó 13% entre enero y mayo respecto al mismo periodo del 2016, según un reporte de Credicorp Capital. Pese al comienzo negativo,  el MEF espera que la inversión pública crezca 15% en el año, impulsada por el plan de estímulo económico lanzado en marzo y por las obras de reconstrucción.

“Sucesivamente, los ministros de economía han sido muy cautos respecto a los estímulos fiscales. El nuevo ministro debe hacer un cambio y ser más activo fiscalmente. La reconstrucción es una buena plataforma para hacerlo”, señala Eduardo Jiménez, analista de Macroconsult. “Debe terminar el ciclo en el que la inversión pública siga a la privada, en vez de contrarrestarla. El sector público debe reactivar la demanda y señalizar las condiciones de modo que el privado pueda seguir esa línea”, añade.

La inversión privada se ha contraído 6% en lo que va del 2017 y lleva cuatro años consecutivos en caída. Para revertir esta tendencia, el nuevo ministro debe primero sacar a la inversión pública del negativo en el corto plazo, según Jiménez. Como medidas para lograrlo, el analista recomienda “acelerar el proceso de ProInversión para impulsar las inversiones en APP, reactivar el gasto corriente público y revertir el gasto en bienes y servicios del Estado que viene en caída”.

El consenso del mercado espera un crecimiento del PBI de 4% en el 2018, pues reconoce el carácter transitorio de los choques que debilitaron a la economía en el 2017. Así, el nuevo ministro —sea Zavala o quien lo suceda más adelante— podrá operar en un contexto económico más favorable que su antecesor, Alfredo Thorne. Su principal reto consistirá en la ejecución rápida y efectiva de los proyectos de reconstrucción, para lo cual necesitará encontrar consenso político en medio del tenso clima que se vive entre el gobierno y la oposición.

Tras el efecto base que impulse a la economía en el 2018, será clave implementar políticas que incrementen la productividad y el PBI potencial, a partir de reformas tanto institucionales como regulatorias, y del impulso a la infraestructura. El PBI potencial del Perú se ha reducido a 3.8% para este año, según un reciente sondeo de SEMANAeconómica a seis analistas locales e internacionales, y a mediano plazo se mantendrá por debajo del 4% si no se aplican reformas estructurales.

EL LEGADO DE THORNE

El período de Alfredo Thorne como ministro de Economía y Finanzas se vio inmerso en una tormenta perfecta de bajo gasto público, menor inversión privada y demanda interna resentida, acentuada por escándalos de corrupción y factores climáticos. En diciembre del 2016, el consenso del mercado proyectaba un crecimiento de 4.2% para el Perú: la tasa más alta de los últimos cuatro años y de la región, según FocusEconomics. Esta proyección dependía del destrabe de los proyectos de infraestructura, especialmente el Gasoducto del Sur Peruano. Sin embargo, el caso Lava Jato y el Fenómeno del Niño paralizaron al sector infraestructura y al consumo, y las proyecciones del consenso de analistas se redujeron a 3% para el año, el  BCR proyecta un 2.8%.

Así, Thorne deja el MEF  con una serie de números en rojo. Además de la contracción de la inversión pública y privada mencionada, los ingresos fiscales llevan 13 meses en caída, con un balance de -6.1% en el acumulado de enero a abril, según el último reporte de la Sunat. Esta cifra es contraria a una de las principales promesas de la campaña electoral: aumentar los ingresos vía el incremento de la base impositiva. Además, la confianza empresarial está en su punto más bajo en lo que va del actual gobierno.

Por último, la desaceleración ha provocado que las empresas opten por reemplazar a sus empleados capacitados por trabajo más barato, por lo que el subempleo viene creciendo a tasas de 7.5%, según el INEI. Esto también complica uno de los  objetivos centrales del gobierno: reducir la informalidad.

Si bien los resultados negativos se deben en gran parte al contexto desfavorable a causa de shocks exógenos y transitorios, la gestión de Thorne no estuvo libre de errores. En primer lugar, fue excesivamente optimista durante la campaña respecto al plan de destrabe de proyectos de infraestructura. Thorne reconoció las dificultades para cumplir con la promesa electoral: “Nosotros en la campaña quizá fuimos optimistas y dijimos que íbamos a destrabar gran parte de estos proyectos. Pero estos US$18,000 millones de proyectos que nos propusimos en la campaña, con toda sinceridad, están muy trabados”, declaró en abril.

Sin embargo, su principal error fue el ajuste fiscal del último trimestre del 2016 en medio de una economía en desaceleración, según Jiménez, de Macroconsult. Éste implicaba reducir el gasto corriente fiscal e impulsar la inversión públic. El MEF se comprometió a reducir el déficit fiscal de 3.5% a 3% con el objetivo de mantener la clasificación de riesgo soberano del Perú, según el analista.

Sin embargo, el ajuste fue demasiado fuerte y llevó a una fuerte caída en el gasto corriente, mientras que el gasto de capital no llegó a repuntar. Los choques negativos llegaron en un momento en el que el MEF estaba siendo contractivo fiscalmente, por lo que el impacto se vio amplificado.

En marzo, Thorne respondió con un plan de estímulo económico, buscando reactivar a la economía a través de un mayor gasto de capital en inversión pública, vivienda y empleo. Sin embargo, para entonces la economía ya había sido golpeada por el caso Lava Jato y luego por El Niño, por lo que el impacto del plan fue limitado. La apuesta del ahora exministro por el largo plazo le jugó en contra, al verse inmerso en una coyuntura que le pedía resultados en el corto.

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