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La importancia de la gestionar conflictos entre el puerto y la ciudad

Arquitecto Rinio Bruttomesso se refirió a las complejidades de esta relación.

Un tema que cada vez más preocupa a la industria portuaria es la relación que mantiene con las ciudades donde se encuentran albergadas su instalaciones y actividad. Si bien su presencia conlleva efectos positivos como la generación de empleos y la dinamización de sus economías, también afecta negativamente con el impacto ambiental o el alto tránsito de camiones.

Rinio Bruttomesso, destacado arquitecto italiano y presidente de la Asociación para la Colaboración entre Puertos y Ciudades, RETE, conversó con MundoMarítimo acerca de los desafíos que implica esta compleja relación y la necesidad de gestionar los conflictos que surjan en esta dinámica.

El primer punto de dificultad se detecta al observar el puerto tiene unos límites y objetivos definidos, contrario a lo que ocurre con la ciudad donde converge una diversidad de identidades y de intereses: “La ciudad en sí es una entidad muy compleja y, mientras más pasa el tiempo, más se complica la vida de una ciudad, pero quién gestiona esa ciudad es un alcalde elegido, su equipo y un número limitado de personas que tratan muchos problemas. De otra parte, tenemos un puerto que es una entidad que gestiona una cuestión compleja, pero de un tema específico”, describe el arquitecto.

Difícil rol

“Además hay que considerar que el puerto [en su rol de autoridad portuaria] suma otra complejidad, ya que está en medio de la ciudad y otra parte más pequeña, pero también complicada que son los concesionarios, que son a veces representantes de empresas mundiales de mucho poder y que son capaces de poner a un presidente de un puerto en gran dificultad”, explica Bruttomesso.

El arquitecto detalla que el puerto en su rol de autoridad portuaria “debe gestionar exigencias económicas y atender, a la vez, las necesidades de los stakeholders y de una ciudad que te dice que quiere tener una calidad de vida más alta y, a veces, estos elementos se enfrentan y no es nada fácil buscar un acuerdo correcto o justo”.

Ese acuerdo, plantea, se debe dar en una relación entre una parte que busca ganar más económicamente y otra, la ciudad, “que ha ido madurando una sensibilidad que antes no tenía”. “La gente dice ahora: yo quiero una calidad de vida y si el puerto es un elemento que provocará el empeoramiento de ella, es un adversario. Y es lo que ha pasado en muchísimas ciudades”, grafica.

Gestión de conflictos

El arquitecto destaca la importancia del último punto en el hecho que “hay universidades que han desarrollado una nueva materia que se llama ‘gestión de conflictos’, porque en nuestras ciudades el conflicto es un elemento a la orden del día y no puedes hacer como un mago y pretender hacerlos desaparecer”. El tema central es, precisa, “la capacidad de gestionar el conflicto, no evitarlo, porque no se puede y, en ese sentido, es complicado de enfrentar porque muchas veces se trata de temas que no se pueden resolver en poco tiempo”.

En ese plano, el arquitecto sugiere la conformación de mesas de confrontación, donde los stakeholders y quienes poseen distintos intereses puedan sentarse”. Pero resalta que “toda confrontación debe tener reglas de juego: tiene que ser seria, verdadera, con plazos (no puede ser eterna) y al final alguien tendrá que tomar decisiones. En Democracia eso es lo que pasa”, apunta.

“Vivimos en sociedades representativas, y por ello quienes se sienten en estas mesas deben ser representantes de unas realidades importantes. Pensamos en representantes del puerto, de la alcaldía, pero también los hay de los institutos y universidades”, señala. Sin embargo, acota que “la función de la ciencia no es dar la solución definitiva, sino que más bien dar datos y ponerlos sobre la mesa”, aunque matiza el punto, ya que muchas veces estos mismos datos pueden ser interpretados de una u otra manera dependiendo del interés.

Y sin embargo plantea que, con todo lo difícil que resulta tomar decisiones, “es mejor tomarlas equivocadas que no tomarlas porque hemos visto que postergarlas ha resultado peor que tomar una decisión errónea”.

En se sentido, valora cómo en la ingeniería civil ha cobrado relevancia el tema de la “reversibilidad”, que consiste en que se puede hacer una cosa, “pero con la garantía de poder volver atrás”.

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