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«PPK: Culpable soy yo» [Opinión]

Revertir los cambios a los regímenes de pago del IGV va a ajustar la liquidez de las empresas en tiempos de desaceleración y no apuntalará la vocación formalizadora del Gobierno.

“Yo soy el culpable de eso, no él”, dijo el presidente Pedro Pablo Kuczynski en una entrevista con “La República” el último miércoles. Se refería a la decisión de su ex ministro de Economía, Alfredo Thorne, de ajustar el gasto público en los últimos meses del 2016, medida que –coinciden economistas de todas las tendencias– contribuyó significativamente a la desaceleración económica.

PPK explicó en la entrevista el diagnóstico que llevó a esa decisión: el déficit se estaba saliendo de control y la calificación de riesgo del país peligraba. Era un diagnóstico errado: nunca se dio mayor evidencia del descontrol presupuestal y el déficit terminó el año en 2,6% del PBI, 0,4 puntos por debajo del límite establecido por el Ejecutivo.

La equivocación costó caro. En septiembre del 2016, el BCR esperaba que el impulso fiscal ponderado sobre el crecimiento económico de ese año fuera de 0,2% del PBI. Pero en marzo del 2017, el ente emisor calculó que dicho impulso había sido, en realidad, una resta al crecimiento, de -0,6% del PBI. Es decir, se perdieron 0,8 puntos por el ajuste.

Ahora, PPK también parece errar en el diagnóstico de la caída de la recaudación tributaria. Ha puesto la puntería en la racionalización de las detracciones, percepciones y retenciones realizada en el 2015 en respuesta a un viejo pedido de los gremios empresariales. Estos sistemas habían sido instaurados por el propio PPK en el 2002, pero se ampliaron tanto que se convirtieron en una ‘droga’ recaudatoria. El mandatario ha manifestado varias veces en los últimos días la idea de revertir los cambios hechos hace dos años y deslizó que incluiría anuncios al respecto en su mensaje de 28 de julio.

Sin embargo, la iniciativa no parecía estar en la agenda de Thorne, cuando hablaba de profundizar la reforma tributaria. Nunca la insinuó siquiera. Si el diagnóstico sobre los problemas con los ingresos fiscales se queda en los regímenes de pago del IGV, nuevamente se caerá en el error. Las causas son más complejas y van desde la caída de precios de los commodities iniciada en el 2011 y la desaceleración del crecimiento que vivimos desde entonces, hasta problemas eternos como las exoneraciones tributarias o el mal diseño del impuesto predial. A ello se suman las sucesivas (y contradictorias) reformas tributarias de los últimos años, a las que PPK, como candidato, planteaba sumar una reducción del IGV que ya quedó descartada.

Revertir los cambios a los regímenes de pago del IGV va a ajustar la liquidez de las empresas en tiempos de desaceleración y no apuntalará la vocación formalizadora del Gobierno. Nuevamente, el mal diagnóstico estaría llevando a una mala política. Y ahora ya sabemos de quién sería la culpa.

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